sábado, 12 de marzo de 2011

Noche de tormenta.

Noche de tormenta. Todo empieza cuando, sentada bajo  un soportal, miras al suelo. Lo ves seco y al cabo de pocos segundos ves  un río que recorre toda la calle. Te encanta quedarte así  de hipnotizada, como cuando miras embobada el fuego de la chimenea o cuando miras el cielo tumbada en el césped buscando qué formas tienen las nubes. Así como las películas de terror y las de comedia-musical, cantar y bailar. Pero lo que más te gusta es hacer todo eso con él. Discutir si una nube tiene forma de rata o de dragón, pelearos infantilmente y resolverlo con un ligero  beso en los labios que te diga “Te quiero así, cabezota como eres”; que se quede dormido encima de ti en el sofá y bajo la manta, mientras tú observas ese fuego que se te hace aun más cálido, bailar sin música de fondo con él en medio del parque mientras los demás adolescentes se ríen, los  adultos pasan como si nada aunque algunos os toman por locos y los ancianos os miran con cierta ternura. Te sientes fuerte cuando cantáis al unísono esa canción que os encanta de vuestra película favorita pero más que te cante al oído canciones que dejan ver entre líneas cualquier anécdota que habéis pasado juntos y que os hace reír; y sabes que aunque a veces  lo odies, siempre querrás que esté ahí para pegarte sustos durante las películas de terror y reírse de cómo te asustas. Y son días como el de hoy, que bajo la lluvia y los soportales, mirando cómo la lluvia cae, te enamoran más que cualquier día de playa viendo una puesta de sol o el estar  tumbados en el césped un domingo de primavera, porque él, está ahí contigo, protegiéndote de cada trueno que cae repasando tus hombros con su brazo, recogiéndote durante la leve lluvia bajo su paraguas, diciéndote las dos palabras más bonitas de este mundo que si no fueran dichas de la manera en que él mejor que nadie sabe hacer, perderían su verdadero  sentido y significado: “ Te quiero”.


lunes, 7 de marzo de 2011

La República Independiente de mi vida.

Últimamente, me despierto por la mañana, repito la misma rutina uno y otro día, y al final de este siempre me pregunto si lo que estoy haciendo es lo que debería hacer, si mi función en esta vida es esta o es algo que se me está imponiendo indirectamente, si mi sitio verdaderamente es este o está en la otra punta del mundo. Siempre he tenido mis ideas claras pero estoy llegando al punto de la desesperación, de no saber ya si hacer tal o hacer cual, de no saber si debo esperar y meditar cómo dar mis pasos o de actuar de inmediato con la posibilidad de pegarme el batacazo. Pero me he dado cuenta de que me estoy convirtiendo en una cobarde que no se atreve a saltar del precipicio de la vida y arriesgarse a perderlo todo, que solamente piensa que lo más probable sea que acabe en fracaso sin plantearse si quiera la mínima posibilidad de acierto, pero  no es nada fuera de lo común pensar así cuando a lo largo de tu corta vida has tomado decisiones que han llevado a otra desembocadura. Te arrepientes y lo peor es que ya no hay vuelta atrás. Pero no se puede vivir con miedo. Con miedo no se llega a ninguna parte. Huir de los problemas solo produce parones en nuestra vida provocando estancamientos y que, a la larga con el tiempo al intentar arreglarlas con el mismo temor de siempre, caigan por su propio peso.
Hablar es muy fácil y lo he demostrado en las anteriores entradas. Pues en algunos mostraba mi intención por olvidarme de aquellas cosas, recuerdos que no merecen la pena que sigan ahí, incluyendo a esas personas que no me demuestran que merecen la pena permanecer en mi vida. Pero no me voy a esmerar en escribir aquí nada sobre ellos, simplemente decir que una aguanta y aguanta las estupideces de la gente pensando “yo también tengo malos días” pero una se cansa de sus bobadas y más cuando se está llegando a tener la necesidad de mantener relaciones y conversaciones maduras y encima te respondan con pataletas de niños mimados y malcriados, que tienen el síndrome de Peter Pan, huyendo de las cosas que la vida les va presentando y no saben explicar ni siquiera los por qué de sus acciones pueriles y, en definitiva, no asumir las consecuencias de sus actos como meros irresponsables que son.  Por eso con este fragmento solo quiero hacer la proclama de mi nueva República en la que ellos quedan exiliados, no son bienvenidos después de tanto tiempo malgastado.
Desde hoy, 07 de marzo de 2011 queda inaugurada la República Independiente de mi vida en la que quedan fuera todo tipo de mediocres, la que voy a vivir yo con quienes verdaderamente están ahí conmigo en las buenas y en las malas y a la que se crearan adhesiones, gente nueva. Una vida libre de miedos, que si me la pego me la pego, que seguro que habrá solución, no exactamente la que espere pero seguro que poco a poco las cosas irán a mejor. La República de una vida alejada de manipulaciones, solo dirigida por mí y no por mis miedos u otros factores externos. Una vida, mi vida, mi camino a seguir, sea en el país que sea y haciendo lo que mi razón y mi corazón me dicten.

martes, 1 de marzo de 2011

Cuestión de madurez

Puede que esta noche lo único que se me pase por la cabeza sea pensar en ti, qué puedas estar haciendo, qué puedas estar pensando y sobre todo qué puedas estar sintiendo... Puede que me acueste deseando estar a tu lado, pero sé que luego abriré los ojos por la mañana y veré que en realidad no estuviste junto a mí abrazándome toda la noche, que fue un mero sueño, como me pasó ayer, el día anterior y el anterior, así sucesivamente; puede que a veces un ligero soplo de viento me traiga levemente tu aroma y, no sé por qué, me haga sonreír tímidamente; puede que a veces solo tenga ganas de ti, de decirte que te quiero, que quiero estar contigo, enlazar nuestras manos toda una tarde, oírte cantar y que me mires a los ojos fijamente mientras lo haces, pero no puede ser.

No puede ser que vengas y te vayas cuando te plazca sin dar explicaciones, sin dejar nada claro, dejando las cosas peor que como estaban antes de empezarlas, porque la has fastidiado, amigo... No puede ser que yo esté sumida en este sentimiento que no me deja avanzar y me deja estancada siempre en la misma parada, justo en medio del trayecto. No puede ser que decepciones a la gente que te aprecia tanto de la manera en que lo haces, y aquí no me incluyo yo sola... No puede ser que me borres sin más, que me pagues con besos de plástico y sin sentido, que saben a nada. Pues dime, ¿acaso tú sentiste algo mientras me besabas? Porque de ser así no lo supiste transmitir. ¿Acaso sí tenían sentido o lo hiciste por el mero placer de poder fardar al tener un número más en tu lista? Hasta entonces yo había guardado mis sentimientos para mí y me dediqué a disfrutar de la amistad de la que disponíamos aunque a veces me costara, pero luego llegaste tú y de nuevo me descolocaste, me rompiste los esquemas, desapareciste y apareciste como si nada. Sinceramente, ¿qué significa nuestra amistad y qué soy yo para ti? Seguramente nada por lo que tu interés demuestra, pues no me valen los “te quiero” falsos y fáciles de escribir. Todo te es más fácil cuando tienes una pantalla por delante...

Sí, mis puntos suspensivos muestran claramente mi decepción, aunque ya no espero nada, todos mis esquemas vuelven a estar en su sitio y no me voy a preocupar de quien realmente no piensa en las consecuencias de sus actos demostrándome que no significo nada para él ni mucho menos. Algunos me dijeron que qué le iba a pedir a alguien de tu edad pero algún día la gente tiene que madurar y ya va siendo hora muchacho. Al fin y al cabo empezar a plantearme las cosas desde este nuevo punto de vista iba a llegar tarde o temprano. A mí en breves ni me ibas a ver porque me iré bastante lejos y mucho menos íbamos a mantener el contacto, que va, ¿para qué, verdad? Voy a vivir mi vida porque paso de estar pendiente de estupideces como las tuyas, porque el tiempo perdido de hoy no se podrá recuperar mañana, porque la vida es ahora y luego no habrá tiempo para enmendar nuestros errores... Voy a hacerlo aunque a veces solo quiera estar equivocándome de la elección que he tomado...