Sabes bien dónde guardo aquel
secreto de los dos, que en Cádiz nos espera un nuevo sol, que los dioses nos
reclaman pasear de madrugada por un mundo que se entrega al compás de tu
canción.
Sé muy bien que en esta historia sobran corazones, que en tu pecho se amotinan mil temores, pues prevés que nuestro encuentro sea el fin del universo y como hijos de Pandora condenemos nuestros cuerpos.
Sé muy bien que en esta historia sobran corazones, que en tu pecho se amotinan mil temores, pues prevés que nuestro encuentro sea el fin del universo y como hijos de Pandora condenemos nuestros cuerpos.
Tú, mi eterna flor lunar, ese
capricho del azar fraguado para mí. Y yo mendigo por creer que heredaré tu
piel, que saciaré por ti mi sed.
Sabes bien que está en juego
todo lo que conocemos, una caricia, un solo beso que nos demos. Partirá nuestro
presente y el caos será inminente, no habrá cuerpos ni fronteras, sólo dos
dioses insolentes.
Ven y quítame el bozal, desata
el temporal y sálvame de mí. Ten, renuncio a mi mitad, te corono en libertad,
reclámame, desátame.
Sabes bien dónde guardo aquel
secreto de los dos, que en Cádiz nos espera un nuevo sol, que los dioses nos
reclaman pasear de madrugada por un mundo que se entrega al compás de tus
caderas, por un mundo que se entrega a tu canción.