domingo, 23 de enero de 2011

Cabeza contra corazón.

Tengo un cacao en mi cabeza enorme… Hace ya bastante tiempo que mi cabeza no hace otra cosa que pensar en ti, que estoy deseosa de encontrarte por la calle, de estar contigo… Pero cuando estoy contigo haces que llegue a dudar. A veces dices blanco y otras, sin embargo, te contradices y dices negro; me acaricias y me besas y en otras es como si mi existencia fuese insignificante para ti.

Siento que nuestras palabras nunca son claras, llámame cobarde por no serlo yo tampoco, pero es que si no veo un rayo de luz soy incapaz de tirarme al vacío, puede que tenga miedo, miedo a fastidiarlo todo, miedo a amar… No sé tú…
Me desconcierta tu mirada porque intento descifrar siempre qué dices con ella, pues perdona que no me lo crea del todo cuando me dices te quiero, son palabras que, por desgracia, hoy en la actualidad están perdiendo su verdadero significado. Intento también saber qué dicen tus besos, tus abrazos, pero son estos los que me hacen dudar aun más…
Ya te lo dije... Esto es un puto cacao, el mayor caos que haya podido tener jamás mi cabeza. Pero mi corazón está en mayor orden, tiene las ideas más claras, por eso no se lleva tan bien como me gustaría con mi cabeza… Mi corazón quiere decirte que te quiere con todas sus fuerzas, pues lucha con ellas  contra mi cabeza para que mis palabras sean más claras, para que sea mi cuerpo el que siga sus instrucciones y que mi boca por fin pueda decirte el te quiero más puro que disipe todas las dudas.

                                           

miércoles, 12 de enero de 2011

Mi reflejo en tu sonrisa.

No sé sinceramente si lo sabes o no. No sé si sabes qué pasa por mi mente cada vez que oigo o veo algo que me recuerda a ti, lo que surge en mi cabeza producto de mi imaginación, qué imágenes proyecto en mi cabeza para no olvidarme de ellas cada vez que estas lejos. No sé si sabes que hay veces que te tengo cerca y, a la vez, te siento demasiado lejos. No sé si sabes que para mí  eres como aquellos huequecillos que quedan entre las nubes de los días grises, duras poco y acaricias levemente mis mejillas para calentarlas. No sé si sabes que me pierdo en tu mirada, que hay veces mientras me hablas que solo me sale perderme ahí y en tus palabras; intento enredarme en tu mente para saber qué piensas, qué objetivos son los que persigues… No sé si sabes que se me come el alma por dentro cuando quiero verte y se destroza por completo cuando se me pasa por la cabeza que tú, por el contrario, no quieras, que no me quieras… No sé si sabes que llego a sentirme como una imbécil cuando siento que algo no va y no sé qué es lo que lo jode tanto. Una imbécil por sentirme tan bien como me lo haces sentir el  poco tiempo que estoy contigo y no ver respuesta. Me siento más estúpida cuando siento lo que siento, pues creo que es una mala costumbre mía eso de ser tan ser fría, dura y a veces tan áspera como una piedra pómez. No sé si sabes que te quiero, a veces pienso que demasiado, pero cada vez lo veo más claro, sí, lo sabes. Hay que ser bobo para no darse cuenta de que sólo quiero ver mi reflejo en tu sonrisa, agarrarme a tu mano con la seguridad de saber que tú me la apretarás más fuerte aún y no me la soltarás a la vuelta de la esquina sin un beso en los labios y sin un “te quiero” susurrado al oído.

domingo, 9 de enero de 2011

Lo que rompiste entre mi pecho y mi espalda.

Hoy ya es domingo, bueno ya es lunes puesto que son más de las 4 de la mañana, quedan tan solo horas para volver a la rutina. No puedo dormir, mi cabeza no me lo permite aunque mi cuerpo lo pida a gritos. Mi corazón es el primero que quiere descansar, quiere dormir como el borracho quiere beber para olvidarse de sus males e intentar curar así sus heridas. Porque mi corazón se siente impotente por no poder sacar a la superficie todo lo que siente y pedir una respuesta, un qué pasó. Mi corazón quiere soñar, quiere no verse tan imbécil frente a esta situación, quiere soñar contigo y sin tener que ser en una pesadilla y levantarse sudorosa durante la madrugada. Mi corazón ya no quiere verse solo, pide a gritos silenciosos un abrazo tuyo, necesita que tu voz le susurre al oído un “nunca más te volveré a dejar solo” y un “te quiero” más claro que el agua de manatial y más sincero que un niño.


sábado, 8 de enero de 2011

Curando heridas pequeñas.

Por más que lo intento no he logrado olvidar todo eso que quedó en este año pasado y borrar de mi mente el día que vi por primera vez tu rostro luminiscente, angelical. No he logrado evitar pensar en todos los momentos, unos tras otros, en los que reímos juntos y en los que, al menos yo, lloré por dentro por vergüenza de hacerlo por fuera.


Me da la sensación de haber dejado más que un año atrás, por todo lo vivido y lo aprendido, por todas aquellas sensaciones y nuevos sabores a libertad, juventud y sabiduría, por saber que día a día estoy asumiendo más responsabilidades.
Y es que, por más que escriba hoy, mañana y pasado lo que siento por ti, sé que siempre habrá mil millones de motivos nuevos para quererte: haces que me sienta bien, me ayudas a sentirme más libre en todo aspecto.
Pero últimamente, no haces más que desconcertarme, es un tira y afloja, es como si cuando por fin tuviésemos un momento para ti y para mí tú te escabulleras inconscientemente, o no sé si es un producto de mi imaginación que ve solo lo que quiere ver en cuanto a lo de inconscientemente, no sé si es eso lo que prefiero pensar, no sé ya que pensar. Esto ha dado un giro de 210º, no terminas de darte la vuelta y darme la espalda por completo, siempre dejas ver en algún momento tu sonrisa escandilándome a lo lejos, pero, a veces, me da la sensación de que intentas solucionarlo todo con ella.

 

Sinceramente, ya estoy un tanto cansada, puede ser que tu niñería me transmitiese cierta ternura y que, en ocasiones, te haga un tanto especial, pero no creo que tenga que aguantar tanta infantilidad de parvulitos y menos que te pases la vida poniéndome la miel en los labios y apartándola antes de poder saborearla, creo que esto no es lo que me gusta de ti precisamente. Quizás no lo hagas con esa maldad, pero hay cosas que, aun sin intención, duelen igual. Y ya no es un plantón ni que no contestes mis mensajes, es que pienso que no sabes valorar lo que tienes aquí delante.

Siento que cada vez que vuelvo a empezar de cero con todo esto ando en círculos y, lo peor, que cada uno de nosotros lo hace sobre ejes distintos. Aunque lo más terrible de esto es el poder “olvidarme” de todo lo que odio de ti y esconderlo tras la puerta del trastero junto a las cosas viejas y pensar que todo puede girar 360º sobre un mismo eje.


Yo también voy a cambiar algo en mi vida. Voy a cambiar el rumbo hacia algo que sea más merecedero para mí. Porque estoy harta, pero no me voy a lanzar al vacío, eso se lo dejo a los suicidas. Pues prefiero prevenir antes que tener que curar heridas más grandes.



Más de lo que soy.

Cuando estoy contigo llego a dudar si la música que suena a nuestro alrededor es muy lenta o si, simplemente, es mi corazón el que va a mil por hora, siento que cuando me miras con esos ojos tan grandes , brillantes y llenos de luz me penetran  y me atraviesan tanto o incluso más que cada uno de tus inmensos abrazos, aquellos que necesito tanto  como tus dulces besos al llegar la madrugada.


Y es que cuando estoy contigo siento que sólo puedo mirar sonriente al cielo en vez de caminar cabizbaja por la calle, que abro los brazos y me como el mundo, que se hunden mis pies en las nubes cuando ando, que se abre el día, que todo pasa de oscuro a claro, que los girasoles se retuercen curiosos hacia donde estamos buscando la luz que irradiamos, que cuando me besas vuelvo a nacer; siento que contigo nada es imposible, que soy más de lo que soy, haces que todo sea más especial.