lunes, 7 de marzo de 2011

La República Independiente de mi vida.

Últimamente, me despierto por la mañana, repito la misma rutina uno y otro día, y al final de este siempre me pregunto si lo que estoy haciendo es lo que debería hacer, si mi función en esta vida es esta o es algo que se me está imponiendo indirectamente, si mi sitio verdaderamente es este o está en la otra punta del mundo. Siempre he tenido mis ideas claras pero estoy llegando al punto de la desesperación, de no saber ya si hacer tal o hacer cual, de no saber si debo esperar y meditar cómo dar mis pasos o de actuar de inmediato con la posibilidad de pegarme el batacazo. Pero me he dado cuenta de que me estoy convirtiendo en una cobarde que no se atreve a saltar del precipicio de la vida y arriesgarse a perderlo todo, que solamente piensa que lo más probable sea que acabe en fracaso sin plantearse si quiera la mínima posibilidad de acierto, pero  no es nada fuera de lo común pensar así cuando a lo largo de tu corta vida has tomado decisiones que han llevado a otra desembocadura. Te arrepientes y lo peor es que ya no hay vuelta atrás. Pero no se puede vivir con miedo. Con miedo no se llega a ninguna parte. Huir de los problemas solo produce parones en nuestra vida provocando estancamientos y que, a la larga con el tiempo al intentar arreglarlas con el mismo temor de siempre, caigan por su propio peso.
Hablar es muy fácil y lo he demostrado en las anteriores entradas. Pues en algunos mostraba mi intención por olvidarme de aquellas cosas, recuerdos que no merecen la pena que sigan ahí, incluyendo a esas personas que no me demuestran que merecen la pena permanecer en mi vida. Pero no me voy a esmerar en escribir aquí nada sobre ellos, simplemente decir que una aguanta y aguanta las estupideces de la gente pensando “yo también tengo malos días” pero una se cansa de sus bobadas y más cuando se está llegando a tener la necesidad de mantener relaciones y conversaciones maduras y encima te respondan con pataletas de niños mimados y malcriados, que tienen el síndrome de Peter Pan, huyendo de las cosas que la vida les va presentando y no saben explicar ni siquiera los por qué de sus acciones pueriles y, en definitiva, no asumir las consecuencias de sus actos como meros irresponsables que son.  Por eso con este fragmento solo quiero hacer la proclama de mi nueva República en la que ellos quedan exiliados, no son bienvenidos después de tanto tiempo malgastado.
Desde hoy, 07 de marzo de 2011 queda inaugurada la República Independiente de mi vida en la que quedan fuera todo tipo de mediocres, la que voy a vivir yo con quienes verdaderamente están ahí conmigo en las buenas y en las malas y a la que se crearan adhesiones, gente nueva. Una vida libre de miedos, que si me la pego me la pego, que seguro que habrá solución, no exactamente la que espere pero seguro que poco a poco las cosas irán a mejor. La República de una vida alejada de manipulaciones, solo dirigida por mí y no por mis miedos u otros factores externos. Una vida, mi vida, mi camino a seguir, sea en el país que sea y haciendo lo que mi razón y mi corazón me dicten.

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